domingo, 7 de octubre de 2012




DUDA  

El amor es un  gran enigma,  que sorprende a quién atrapa                                                                                    

10 de abril de 2009

Llueve.
Llueve lenta  y  plácidamente,  sin ánimo de parar.
Todo  afuera  luce  mojado, pues el agua se deja caer sobre el asfalto de la calle desde hace ya horas.
El cielo se tiñó de un gris azulado y la ventana de mi cuarto se ve salpicada de gotas de lluvia, de la misma manera que mi alma se ve salpicada de grandes dudas.
También llueve en ella, en mi alma., pero no desde hace horas sino desde hace ya dos meses largos... es decir desde tu ausencia.
Es por esta ausencia tuya, larga y triste por los que mis temores crecen y se intensifican amargamente.
Pienso en tu olvido, lo siento, lo auguro ¿quizás tú no?
Y es que,  a pesar de tus largas llamadas, sueño tu adiós, un adiós eterno, dormido en el tiempo.
Y ocurre también que mis dudas se acrecientan aún más cuando escucho tu voz, porque la siento lejos, escasa de emociones y  sentimientos.
Escribo esta carta porque las letras parecen esclarecer las turbias promesas realizadas a medias.  Me permiten encontrar y expresar esos ocultos temores que las palabras verbalizadas  a veces esconden. También manifiestan  aquellas necesidades  internas  que aún sin pensar, mis dedos imprimen en este papel que ahora presiono con esa pluma producto  de tu obsequio, sabiendo de mis deseos de escribir.
Deseos  que solo dos almas gemelas y unidas consiguen adivinar con el tiempo. Deseos cosidos con hilos de una intimidad  que ahora presiento ausente.
Llueve, lo sé,  pero también  sé que un tras la lluvia vendrá la claridad, el sol y  escampará. Y todo se verá más claro y nítido. Ya no miraré desde mi ventana como el agua cae,  sino que volaré a la calle,  para disfrutar del  nuevo día y de su brillante luz. Y quizás, tal vez... no sé, mis dudas se desvanezcan como arena entre los dedos  y tu olvido me parezca un mal sueño. Y tu ausencia  ya no lo será más porque volverás. Y esta carta que ahora escribo solo servirá para desahogar  una vez más mis tormentosas dudas, como tantas otras lo han hecho antes,  y que ahora reposan lánguidas  sobre mis libros a la espera de su viaje o de su probable  destrucción.
Aquel día que decidimos juntos tu  marcha  para labrarte un futuro....el nuestro, se fue una parte de mí contigo  y si no vuelves estaré incompleta para siempre. Por eso sé que regresarás, para que así puedas devolverme esa parte que te llevaste y sin la que no puedo vivir. Para que así, unidos y completos los dos, empecemos de nuevo nuestro  rumbo, sin lejanías, sin dudas....

P.D. El olvido es eterno, solo el recuerdo permanece.


©Concha González.