miércoles, 12 de agosto de 2020

 



EL REGRESO

 

No resolvió regresar así sin más. Primero fueron años, luego meses, más tarde semanas y, al final, horas de densas desazones,  perpetuas lizas consigo mismo que debía, o eso pensó, aventurarse a concluir.

Ahogado por la senectud, la soledad y un sinfín de adversidades más, dispuso desistir de su autoproclamado destierro de veinte años de permanencia.

Dicen que fue Matilde quien primero lo advirtió merodeando por el pueblo.   

Dicen que arrastraba un demacrado cuerpo bajo una pelliza gris y que portaba un pesado morral colmado de rotos.

Dicen que nada dijo, nada observó, nada tocó excepto la herrumbrosa aldaba de una avejentada casa ahogada entre maleza.

Dicen que desapareció tal como apareció. Apenas si se supo de su presencia, efímera e inútil como el tiempo que dedicó a sus hijos antes de ser sombra o humo un mal día de flaqueza.


Concha González.

Imagen propia.