SENECTUD
Nuca supe de un modo acertado cómo
acallar mi desperfilada conciencia. Ésta, me ha manipulado impunemente desde
que tengo uso de razón.
Es difícil imaginar cuánto pueden
pesar unas horas de cama de más, o cuánto tiene que decir esa calma
desasosegada acerca de los pensamientos que desarman la entereza.
También (aludiendo de nuevo a la
conciencia) me han hablado desde la trastienda, los juguetes rotos, aquellos
celos infantiles que producían, quizás con demasiada frecuencia, alguna que
otra mentira malintencionada. También algo tuvieron que opinar, aquellos suelos
movedizos sobre los que caminaban nuestros sueños, aquellas pertenencias
secuestradas del algún otro ejemplo televisivo, aquellas vomitonas que pretendían
ahuyentar de nuestro lado la adolescencia.
Ahora, desde este lado de la vida,
observo quedo e impertérrito como de vez en cuando ignora mis pasados, mis
presentes, mis futuros… dejando libre la libertad. Entonces, los senderos se
vuelven senderos, la luz simplemente ilumina,
el viento simplemente sopla, y la luna comienza a ser luna. Ahora, las
horas pasan y ya nadie te mira a los ojos, pues ya nada tienen que ocultar tras
su mirada.
Ahora la soledad me acompaña
frecuentemente. He aprendido que es una amiga tirana, pero en el fondo de los
fondos tiene su corazoncito y rezuma un alma respetuosa, callada…
Ahora todo es ayer. El mañana
permanece anclado en el quizás y la carrera ni está perdida ni ganada.
Ahora puede que comience a vivir.
©Concha González.
Imagen tomada de la red.
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