EL TAÑER
Tocan a muerto. El
lastimoso tañer de las campanas inunda los aires hasta fecundar con su doliente
sonido los oídos de todos paisanos de la zona. Tocan a muerto y nadie desconoce
que ese toque a mortijuelo anuncia, claramente, que el finado es un niño que
aún no ha alcanzado el tiempo para tomar la primera comunión.
Parece venir desde La
Antigua. Es el último niño de Benita y con este ya van cuatro los que pierde en
cuatro años. A este paso se va a quedar con los dos mayores nada más. No le
vale la leche, es pura agüica sin
sustancia alguna y los infantes, aunque le nacen rechonchos y sonrosados, van
perdiendo poco a poco hasta quedar en un
puro pellejín. Criaturas. ¡Qué Dios los tenga en su gloria!
Di tú que los dos mayores
quiso el santísimo que nacieran al tiempo de los de su prima Crucita que se los amamantó de
balde, por pura lástima, y que tiene reteso como para medio pueblo, y que,
además de pujar por un corazón de oro y temeroso de Dios casó con un marido que no se mete, sino otros que también caen.
Estos últimos mala suerte
han tenido los pobres, que no ha habido ningún otro tetamen disponible en toda
la contorna que les ampare. No sé cómo Benita no zanja ya el tema de la
paridera. Tantos tenga, tantos van a la caja blanca sin dar ni el primer
paso.
Para este último, que ni tiempo hubo de bautizar, compró cabra y todo, pero esa no es
solución, que todo el mundo sabe que los primeros meses ha de ser de mujer la
leche y nada más. Lo que hace la mea culpa y la desesperación. Cómo si le
sobraran reales para cabras.
El anterior infante era de
un tiempo al de de Manuela, pero Manuela se hizo en un no y se negó a
sacar la teta para nadie. Que no tenía alimento para tanto chico, le dijo. Pero yo me barrunto
que lo que no estaba era por la labor, no fuera ser el demonio que se gafara de la misma mala
suerte de Benita y se le cortara la suya, y que sin comerlo ni beberlo su retoño acabara pagando el pato y tomando el
mismo caminito que los de Benita. Primeriza la pobre Manuela, casi una niña, que la quitó su madre de jugar con la moña para casarla con Justino por un asunto de tierras, y
con una suegra de armas tomar. Qué le vas a pedir.
Si eres mala madre y no te
vale la leche para criar tendrás que poner fin al asunto de otros modos. Cerrar
la puerta de la habitación y echarle dos vueltas a la llave, por ejemplo.
El mejor remedio. ¡Vaya
qué sí!
©Concha González
Imagen de la red