miércoles, 1 de agosto de 2012





EL BLOQUEO

¡Curiosa observación, siempre desde el respeto, la conducta del ser humano!
No parecemos ser capaces de soportar, unos más otros menos, las actitudes de indiferencia hacía nuestra persona, o al menos  eso se me antoja a mi y es por ello el porqué de estas letras.

Por alguna razón explicable o inexplicable, todos nos sentimos especiales de algún modo. Desde niño ya se trata de captar la atención de los demás, principalmente la de la madre. De adolescente el ultraje todavía es aún mayor, cabriolas peligrosas, chulerías grotescas, asedios tediosos, todo con tal de llamar atenciones en rededor. Lo traumático del asunto es que la situación no parece mejorar con los años y ya de adulto el problema persiste y las posibles soluciones también. Seguimos pues creyéndonos especiales, cada uno en su especial medida, valga la redundancia.
Nos gusta que nos quieran, nos llamen, nos respeten, nos adulen, nos agasajen... y que nos lean a todos aquellos que de buena o mala manera lo hacemos.
No nos gusta que nos ignoren, nos critiquen, nos ignoren, nos ninguneen, nos ignoren...

Conocí un caso muy grave en el que dos amigas de la infancia dejaron de dirigirse la palabra a través del Facebook. Una bloqueo a la otra, para siempre. Fueron juntas al colegio, al instituto, a la universidad, crecieron en el mismo barrio, durmieron juntas en camas de noventa en innumerables ocasiones, compartieron piso durante años, fueron las madrinas de sus bodas respectivamente, pero un buen día la vida las separó.
Al principio se llamaban por teléfono siete veces por semana, luego, seis, cinco, cuatro, tres ....
Después una vez al mes, cada dos meses, tres meses....
Pasaron años en esa dinámica hasta que el teléfono dejó de sonar. No se supo claramente quién fue la última en llamar, pero supongo que eso es lo de menos. El caso es que un buen día nació Facebook y ambas se volvieron a encontrar y se hicieron de nuevo amigas desde el desconocimiento absoluto de una de ellas de quien era la otra. Le dio a "agregar amigo" de manera mecánica, quizás por el arduo deseo, al hilo de lo anterior, de ser popular, de que no la ignorasen, de ser alguien importante, creyéndose eso de que ..."cuantos más amigos tienes en Facebook, más interesante eres"... Aunque parezca increíble no reconoció la foto del perfil de su ex amiga íntima, lo cual al margen de todo esto da que pensar. Tanto había cambiado. Cuando la amiga agregada autora de la previa invitación consiguió acceder a sus mensajes, la envió su más cariñoso saludo, la preguntó por su vida, quiso volver a empezar. Nuestra amiga bloqueadora fue en ese momento cuando cayó en la cuenta y la  reconoció, para  acto  casi seguido  comunicarle mediante mensaje personal que efectivamente no se había percatado inicialmente de quien era y que sus manos, aquellas con las que más de una vez se habían unido al andar, no parecían ser las suyas  y eso la había confundido (lo que hace el arduo trabajo de año tras año).
Después procedió a bloquearla, así sin más, como última medida extrema  de  llamada de atención y para dejar bien claro que seguía existiendo aún que solo fuera para eliminarla de la lista de sus amigos virtuales y claro está de la de los reales.

©Concha González.


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